¿Qué aspectos te hacen ser menos productivo en el trabajo?
El estrés y la frustración afectan muy negativamente a la salud mental de un trabajador: en España, el 30% de todas las bajas laborales son provocadas por el estrés, un dato que no por sorprendente deja de ser preocupante, ya que la salud mental ya se ha convertido en la primera causa de baja laboral, por delante de otras comunes como la maternidad o los accidentes laborales. De hecho, el problema también lo tiene la empresa, ya que los empleados que padecen este tipo de afecciones psicológicas suelen carecer de apoyo alguno en la oficina, lo que en última instancia afecta también a su productividad.
Los últimos estudios indican que solo el 26% de los empleados abandonan su puesto de trabajo después de haber realizado por completo las tareas que se habían propuesto hacer. La consecuencia lógica es la sensación de que has estado ocupado… pero que realmente no has hecho nada importante. Pero tranquilo: si este es tu caso -o si temes que el trabajo pueda suponer un estresor que pueda desencadenar una crisis en el futuro-, el remedio pasa, en primer lugar, por detectar qué cosas te estresan. Por eso, Alice Boyes, una psicóloga experta en trastornos mentales en el lugar de trabajo, explica en este artículo de ‘Harvard Business Review’ cuáles son los cinco bloqueos mentales que te hacen ser menos productivo (y estar más frustrado).
1. Sobreestimar cuánto tiempo puedes estar concentrado
«Los proyectos creativos a largo plazo, el pensamiento estratégico y el desarrollo de habilidades y relaciones requieren grandes períodos de estar concentrado. Es fácil pensar de manera optimista que tienes todo el día para ese tipo de trabajo y, posteriormente, planificar tus prioridades en función de esa suposición. Sin embargo, para muchos de nosotros, las reuniones, el correo electrónico, Slack, las llamadas telefónicas o las ‘preguntas rápidas’ ocupan una parte considerable de nuestro tiempo en la oficina. Los datos de la aplicación de seguimiento de tiempo RescueTime sugieren que las personas tienen tan solo una hora y 12 minutos de tiempo ininterrumpido en su día», explica.
2. No seguir un método
«Si consumes mucho material de ayuda a la productividad, probablemente estés familiarizado con muchos conceptos básicos de la psicología cognitivo-conductual. Por ejemplo, si te formas «intenciones de implementación», es más probable que lo hagas. Esto implica planificar cuándo y dónde realizarás una tarea y cómo superarás los obstáculos que encontrará. Del mismo modo, es posible que hayas leído acerca de cómo reducir la cantidad de decisiones que tomas en un día, lo que disminuirá tu fatiga mental y mejorará tu fuerza de voluntad. […] Sin embargo, una vez que escuchamos estos consejos, a menudo los descartamos o no los hemos probado en absoluto», señala Boyes.
«Para cada uno de tus proyectos importantes, define tu próxima acción y todo lo que necesitas para completarla. Por ejemplo, si deseas grabarte en vídeo ensayando un gran discurso, configura el espacio que planeas usar, realiza una grabación de prueba de un minuto y asegúrate de tener suficiente espacio libre en te dispositivo de grabación. Si eliminas este tipo de barreras prácticas antes de comenzar, no afectarán a tu tiempo de estar concentrado», recomienda.
3. Pensar que el cambio es un todo o nada
«A menudo sospechamos que un cierto cambio de hábito ayudaría a nuestra productividad, pero nos sentimos psicológicamente reacios a hacerlo. Por ejemplo, puedes creer que dormir más ayudaría a tu productividad, pero eres un ave nocturna y te enfadas con los consejos sobre irse a la cama temprano. En lugar de perseverar en esta idea, busca cambios que estés dispuesto a hacer y que no parezcan un gran problema. Automatizar las luces de tu casa para que se atenúen (o se vuelvan rojas), usar filtros de luz azul en tus dispositivos o pasar los últimos 30 minutos del día de trabajo planificando el día siguiente (creando una transición), podría ayudarte a cambiar sin esfuerzo el tiempo que necesitas para irte a dormir 10 ó 15 minutos antes», apunta Boyes.
4. Olvidar cómo hacer tareas recurrentes
«Si realizas una tarea a diario, es probable que tengas un proceso eficiente para realizarla. Si lo haces una o pocas veces al año, es posible que no lo tengas. En ‘The Healthy Mind Toolkit’, escribí acerca de cómo cada vez que necesitaba limpiar mi impresora, pasaba al menos 10 minutos buscando las instrucciones en internet sobre cómo hacerlo. Ahora tengo esas instrucciones guardadas en un correo electrónico para mí misma bajo el título ‘Cómo limpiar el tambor de la impresora’, por lo que ya no tengo que seguir todos los pasos para encontrar el número de modelo de mi impresora y buscarlo en Google», señala.
5. Subestimar el coste de tener poco tiempo
«Pasar un poco de tiempo la mayoría de los días en tus proyectos importantes pero no urgentes y/o mejorar tus habilidades a menudo es suficiente para mejorar drásticamente tus resultados generales. Por otro lado, las pequeñas pérdidas de tiempo y energía pueden tener un impacto negativo mayor de lo que las personas perciben. Los diez minutos que pasas buscando claves o respondiendo a un correo electrónico que no necesitaba una respuesta inmediata, son intrascendentes en sí mismos. Sin embargo, muchos de estos casos pueden interrumpir tu flujo, reforzar un sentido negativo de identidad y, en general, agotarte», comenta Boyes.
«Cuando creas sistemas (por ejemplo, para reducir las decisiones innecesarias, simplificando tareas, procesando por lotes, automatizando, subcontratando o usando listas de verificación) que aborden pequeñas pérdidas de tiempo y energía, experimentarás beneficios de claridad mental», recomienda.
Fuente: www.lainformacion.com