La RAE autoriza a acentuar «solo» en caso de ambigüedad
El pleno de la Real Academia Española decidió ayer cambiar la redacción del Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) en la norma que define la escritura del adverbio solo sin tilde diacrítica. Según fuentes de la RAE, la doctrina no va a cambiar en su esencia y la palabra «solo» seguirá sin acento, tanto si es adverbio como si es adjetivo. Pero la regla admitirá expresamente que el hablante escriba «sólo» en caso de que perciba ambigüedad, si considera que la tilde evitará una confusión de significado. Una salvedad parecida se reconocerá en el caso de los pronombres demostrativos este, esta, ese, esa, aquel, aquella y sus plurales.
Hace 12 años, en diciembre de 2010, la calificación del acento de «sólo» como una falta ortográfica fue un pequeño drama lingüístico, un primer capítulo de las guerras culturales que entonces nos esperaban. El argumento de la Academia para tomar su decisión (entonces incluida en la Ortografía de la RAE) fue el de buscar la máxima simplificación de la norma. La Academia se justificó en la certeza de que los casos de ambigüedad eran muy escasos y fáciles de descifrar naturalmente. Junto a los acentos de solo y los pronombres demostrativos cayeron entonces los acentos de hiatos como guion o truhan.
La medida fue discutida desde su adopción: para muchos hablantes, el acento de solo era un refinamiento del idioma, un rasgo de riqueza fácil de entender y al que ningún hablante mínimamente educado querría renunciar. Parala otra mitad del mundo hispánico, el acento era un anacronismo y una forma de elitismo, una trampa de los hablantes en una posición socio normativa para detectar a aquellos que no han gozado de su educación. En aquella época, las interpretaciones ideológicas del Diccionario todavía sonaban a algo insólito.
La RAE no fue ajena a la discusión. En 2013, el académico Salvador Gutiérrez reconoció que el seguimiento de la norma ortográfica (a la que se refirió entonces como «consejos») era desigual, y que los acentos de solo y este se seguían empleando, también en la prensa y en los libros de texto. Salvador dijo entonces que «en la ortografía no hay que adaptar posturas contundentes, sino tratar de reorientar los usos».
En la misma dirección se han manifestado otros académicos, que han reconocido en público o en privado que la la norma de 2010 causó más confusión de la que aclaró. La nueva redacción del Diccionario Panhispánico de Dudas reconoce ahora esa resistencia.
Fuente: www.elmundo.es