La DGA no regulará los deberes y los propios centros deberán decidir sobre las tareas voluntarias

Educación no regulará el controvertido tema de los deberes. Los colegios e institutos, dentro de su autonomía, serán los que decidan si aplican o no el protocolo sobre las tareas escolares que el Gobierno aragonés les remitirá el próximo curso 2018-2019. El Ejecutivo, en base a un extenso informe de 37 páginas elaborado por un grupo de expertos de la Comunidad, recomendará que los deberes sean fundamentalmente voluntarios, personalizados y no cuenten para nota del alumno (aunque sí puedan evaluarse).

El propio documento, que recoge las propuestas de una comisión formada por docentes, familias y técnicos del Departamento de Educación, evita pronunciarse a favor o en contra de estas tareas, aunque sí plantea un nuevo modelo de trabajos extraescolares que ya funciona con éxito en algunos colegios. Así, la DGA no pretende reglamentar esta cuestión ni imponer un protocolo novedoso en la Comunidad, sino que los equipos docentes tendrán absoluta libertad para aplicarlo o no.

Hay que tener en cuenta que la propia Lomce (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa) de 2013 recoge en su articulado que los centros docentes disponen de autonomía para elaborar, aprobar y ejecutar un proyecto de gestión y para llegar a «compromisos educativos» con las familias para mejorar el rendimiento académico de los niños.

El texto tampoco toma parte tajantemente sobre otra cuestión peliaguda como es la idoneidad o no de los deberes durante periodos festivos como los de Navidad, Semana Santa o las vacaciones de verano. A este respecto, apunta que en la medida de lo posible «se deberán respetar tiempos festivos o, en cursos superiores, periodos de exámenes».

Otras propuestas pasan porque estas labores extraescolares sirvan para reforzar lo trabajado en clase, no para sustituirlo, y se apueste por metodologías activas que, más allá del siempre lápiz y papel, animen a utilizar las nuevas tecnologías. En cuanto al tiempo que se debe invertir en ellos, se aconseja que no se programen de un día para otro, sino que se planteen al comienzo de las unidades didácticas o proyectos a desarrollar y las que exijan un mayor esfuerzo tengan un carácter mensual o trimestral.

El dosier, que se presentó al Departamento de Educación a finales del curso pasado, también deja en manos de los equipos docentes de cada colegio su decisión final respecto a los deberes, aunque llama a abrir un debate sobre esta cuestión con estudiantes y familias. En cualquier caso, como recuerdan desde la DGA, los acuerdos que se alcancen «tendrían que ser recogidos en el proyecto educativo de cada uno de los centros».

El consenso no es total alrededor de este trabajo, que también recoge en un apartado cómo se regula este polémico asunto en otras comunidades autónomas. Desde la escuela concertada, la Federación Cristiana de Asociaciones de Padres y Madres de Aragón (Fecaparagón), que participó en el proceso con dos representantes, ya mostró su desacuerdo.

Esta organización critica que, aunque la fórmula de crear un grupo de trabajo sobre los deberes es correcta, los plazos y los procesos finales previos a la redacción del documento final, fueron «muy acelerados y exentos de un debate más profundo y participativo».

En cuanto aspectos concretos de las propuestas, Fecaparagón no considera «significativo» que los deberes no cuenten para la nota final. «Entendemos que la propia consecuencia de la no realización de las tareas escolares conllevará una mala nota final del alumno», asegura. También advierte de lo complicado de idear ‘tareas a la carta’ para que sean personalizadas y del «trastorno» que supondría para el docente «en su ya cargada agenda de trabajo».

Propuestas del grupo de trabajo sobre tareas escolares

1. Consensuadas. Docentes, alumnos y familias acordarán las tareas. El profesorado definirá la línea del centro e iniciará un proceso de reflexión con toda la comunidad. Los acuerdos se recogerán en el proyecto educativo.

2. Activas (más allá del papel). Metodologías en las que el alumno sepa encontrar información y ser crítico con la misma. Uso de las nuevas tecnologías. Tareas competenciales y vivenciales que potencien la creatividad y estimulen.

3. No cuentan para nota. Cumplir o no con las tareas no podrá ser tenido en cuenta en las calificaciones. Sí se podrá evaluar como parte del proceso de aprendizaje del alumno para que exista un ‘feedback’ con el docente.

4. Personalizadas. Tendrían que responder a los intereses de aprendizaje y necesidades del alumno, también a las de las familias y a las de la propia clase. Configurar unas trayectorias personales de aprendizaje.

5. Voluntarias. El alumno dispondrá de un alto grado de voluntariedad a la hora de hacerlas. Si hay un acuerdo individual entre docentes, estudiantes y familias para llevarlas a cabo, el estudiante cumplirá con él.

6. Tareas a media y largo plazo. Los alumnos y las familias necesitan tiempo para poder organizarse. Aquellas tareas que exijan un mayor esfuerzo deberán ser planteadas con carácter mensual o trimestral.

7. No punitivas. Como norma general, no hacer las tareas no podrá ser objeto de consecuencias negativas para el alumno. En los casos que no cumpla de manera reiterada, docentes y familias plantearán posibles soluciones.

8. Uso de los servicios del centro. Los colegios facilitarán tiempos y espacios, en la medida de lo posible, para que los alumnos hagan los deberes, como bibliotecas, salas de informática y acceso a internet

Fuente: www.heraldo.es

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