¿Es posible la vuelta al cole?

A día de hoy, en Aragón están prohibidas las reuniones de más de diez personas. Los rebrotes han provocado que los hospitales presenten niveles de ocupación con casos de coronavirus similares a los de finales de abril, y subiendo. En este punto álgido de la pandemia, la vuelta al cole ya está aquí. En un mes, los alumnos deberían estar forrando los libros y llenando las mochilas para iniciar un nuevo curso. La pregunta que muchas familias se hacen es si es posible la vuelta al cole con una transmisión comunitaria como la que sufre Zaragoza.

Aunque la situación no es comparable con la de marzo, entonces se decretó el cierre de todos los centros educativos de Aragón (desde 0 años hasta la universidad) a raíz de un solo caso en un colegio de Zaragoza. Durante la desescalada, las aulas no reabrieron sus puertas, por lo que el tercer trimestre se completó con una improvisada y problemática educación a distancia. Ahora, pese a tener unos 600 casos al día de media en Aragón, la educación presencial es el gran objetivo de cara al inicio del curso. Así lo ha transmitido el consejero de Educación, Felipe Faci, aunque no se descarta que al menos desde secundaria haya que compaginar la educación en las aulas y la digital.

Los expertos creen que la vuelta a los colegios es «viable» pese a los rebrotes y, sobre todo, que es «necesaria». Eso sí, asumiendo que surgirán casos y que habrá que estar preparados para ello. Como en todo lo que ocurre con la actividad pública durante la pandemia, la clave está en analizar el coste-beneficio que tiene la apertura de las aulas.

Enrique Bernal, doctor en Medicina e investigador del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), cree que «las consecuencias de que los niños no vuelvan al colegio pueden ser peores que los posibles brotes», porque el curso pasado «los críos perdieron un trimestre» y hubo «un grave impacto en las familias» por los problemas para conciliar el trabajo con el cuidado de los niños.

Además, la brecha que habitualmente provocan las distintas condiciones socioeconómicas de cada familia se abrió aún más, debido a que no todas tienen los medios técnicos o los conocimientos necesarios para facilitar el trabajo de los niños en casa. «Es muy importante controlar la pandemia, pero también es muy importante la educación, porque las clases a distancia aumentan las desigualdades», certifica Teresa Cenarro, presidenta de la Asociación Aragonesa de Pediatría de Atención Primaria.

Por eso, Bernal anima a abrir las aulas «incluso con la situación actual» de Zaragoza. «Tenemos que estar dispuestos a asumir que va a haber brotes, porque eso va a ocurrir», apunta el investigador del IACS. El epidemiólogo veterinario Nacho de Blas, en cambio, ve «complicado» iniciar el curso de forma presencial si se mantiene el actual número de contagios, aunque cree que para septiembre «la situación tiene que estar mucho más tranquila» que ahora.

¿Cuánto contagian los niños?

Ambos coinciden en que, puestos a abrir, está por ver el efecto que esto tendría en la evolución de la pandemia. Para empezar, los estudios hablan de que los niños sufren menos las consecuencias del coronavirus, y así lo refleja la doctora Cenarro por su experiencia en el centro de salud de Sagasta: «La inmensa mayoría son asintomáticos o tienen unos síntomas muy leves».

Lo que no está tan claro es su poder contagiador. «Los estudios van desde los que dicen que son supertransmisores a los que mantienen que no contagian nada», dice De Blas. Él se queda con la tesis de que hasta los 10 o 12 años expulsan menos virus y lo hacen durante menos tiempo. En definitiva, que «transmiten, pero menos que los adultos».

Por lo que ha visto en su centro, Cenarro aporta que «suelen ser los padres quienes contagian a los hijos, y no al revés». Y este verano se han organizado colonias infantiles en las que ha habido niños que han dado positivo, pero que no han generado un contagio masivo pese al contacto estrecho con otros chavales. En cualquier caso, Bernal lanza una pregunta: «¿Cambiarían las medidas si los niños fueran un poco más o menos contagiosos? No».

Esas medidas deben pasar por hacer grupos lo más aislados posibles entre sí (las llamadas burbujas), que mantengan las distancias, se laven las manos, usen la mascarilla… «Los maestros lo van a tener difícil, pero los niños se adaptan a todo», señala Cenarro.

En el momento en el que surja la sospecha de un caso, los expertos lo tienen claro: «Todos a casa». «Deberán hacerse todos una PCR y estar en cuarentena hasta ver si hay algún positivo», señala De Blas. Porque, como asume Bernal, habrá brotes: «En el caso de infantil, por ejemplo, no podemos evitar que se toquen. Tendremos que acostumbrarnos a que haya infecciones y habrá que estar preparados para clausurar aulas en 24 horas». Este investigador, no obstante, señala que un brote en una escuela «es la mejor situación para un epidemiólogo», ya que son «contactos muy fácilmente detectables».

Por eso es importante dividir el centro en grupos cerrados para evitar un contagio masivo. En este punto lo tendrán más fácil los colegios pequeños y con pocos alumnos, por lo que tendrá que ser cada centro el que se organice en función de la disposición de espacios y profesores que tenga. La duda es qué pasará después con las extraescolares, en las que se mezclan alumnos de distintas clases, distintos cursos y, si se desarrollan fuera del colegio, de distintos centros. «Esto va a ser un problema añadido, será un tema que tengan que considerar», sentencia De Blas.

Fuente: www.heraldo.es

 

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