La mala ortografía lastra las oposiciones de secundaria
Unas 200.000 personas compitieron en junio para lograr una de las 20.698 plazas de profesor de secundaria, FP o escuela de idiomas (la mayor oferta pública desde que comenzó la crisis) y, para sorpresa general, el 9,6% de los puestos quedaron vacantes. El debate sobre el grado de exigencia de estas pruebas persiste y se sabe que las faltas de ortografía y errores gramaticales, aunque nunca sea algo generalizado, lastraron la calificación de un número no despreciable de opositores. Fue determinante en comunidades como Aragón, Madrid o Murcia, según las fuentes consultadas. En Castilla y León, donde se examinaron de forma oral, el problema detectado fue un bajo nivel de redacción. Otro motivo para restar nota, quizá hasta el suspenso, afirman los correctores, fue contestar largo y tendido a algo que no se preguntaba.
En algunos casos, cuentan tres correctores de exámenes, algunos candidatos redactaron como lo hacen en sus mensajes de móvil, acortando las palabras, por ejemplo un “tb” en vez de “también” o un “x q” en lugar de “por qué”. Otros utilizaron expresiones adolescentes propias de un registro coloquial como “en plan” o “rollo de”.
Algunas regiones han comenzado a penalizar ahora estos errores. “Las faltas de ortografía no estaban en los criterios generales de Aragón, pero el tribunal de Lengua y Literatura determinó que puntuase en esa especialidad. Es un mínimo exigible que un profesor de Lengua no cometa faltas”, sostiene una portavoz de su consejería de Educación. Los aspirantes se enteraron en el momento del examen y cundieron los nervios, pero Educación no ha recibido quejas formales. El departamento reconoce que también ellos cometieron una falta en el enunciado del examen —“comente el tratamiento de la plasticidad a lo largo de el poema”, aparecía escrito— y Twitter atizó fuerte. En Aragón se presentaron a la primera fase de Lengua y Literatura 437 personas y pasaron a la segunda 126 para 91 plazas. Se cubrieron todos los puestos.
Las faltas de los docentes suponen un tema espinoso y casi nadie quiere manifestarse en público. Salvo en Murcia, donde el 85% de los aspirantes a profesor no superó la primera fase, la de conocimientos, y donde su consejera de Educación, Adela Martínez-Cachá, afirmó: “Ningún padre ni madre quiere tener un docente para su hijo con faltas de ortografía”. Los suspendidos cargaron contra ella en la Red, corrigiendo algún queísmo o falta de preposición en sus tuits.
Amparo Medina Bocos, profesora jubilada de Lengua del instituto madrileño Ramiro de Maeztu, es pesimista: “En España no entendemos que la lengua es un patrimonio que debemos cuidar. Es un pez que se muerde la cola, porque a estos profesores de niños no les exigieron ortografía y ahora ellos no saben enseñarla. No hay que tener miedo a que suspendan las oposiciones, de otro modo no se atajaría el problema. Que sigan un curso de claves de expresión escrita”. Medina Bocos coincide con Flor Salazar, profesora jubilada de Lengua en la Universidad Complutense, en que casi es más importante la prosodia (acentuación y puntuación) que la ortografía. Muchos alumnos de Salazar, potenciales profesores de Lengua hoy, no empleaban puntos finales ni interrogaciones. «Solo si manejas bien la ortografía llegas a la esencia de lo que está escrito», sostiene Salazar.
En Castilla y León se han quedado desiertas 129 plazas de 996. Desde Educación no entran a valorar, pero reconocen que algún tribunal se quejó del nivel de redacción de los concurrentes. Fuentes educativas de la Comunidad Valenciana, donde se celebraron oposiciones a maestro, admiten que también hubo en ellas “muchas faltas”.
En Madrid, los aspirantes sabían que perderían 0,50 por cada falta y 0,25 por cada tilde en cualquiera de las especialidades, menos en Lengua que puntuaba en negativo el doble. Un miembro de un tribunal le quita hierro: “Es comprensible que en un examen de ocho folios se escape alguna tilde”, pero reconoce que había “cinco o seis exámenes que rayaban la tomadura de pelo”. De 88 aspirantes en su tribunal pasaron 11 a la segunda fase y aprobaron la oposición cinco. “Lo que pasa es que se presenta mucha gente por probar, que no ha estudiado”, prosigue esta correctora. Pero lo cierto es que la mayoría de los concurrentes son interinos —con experiencia ya en la docencia— y han tenido que superar una prueba de capacitación (CAP) o un máster de formación de profesorado.
Tras la publicación de esta información María Pilar Martínez, que opositó en Castilla-La Mancha, argumenta: «La inmensa mayoría de la gente que nos presentamos a esta oposición vamos muy preparados y no puede utilizarse una minoría que utiliza malas expresiones para justificar el tan pésimo proceso que hemos sufrido este año».
Fuente: www.elpais.com